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Bienvenidos

Soy una persona normal, casada, madre de dos hijos, trabajadora, entusiasta, que disfruta los pequeños momentos buenos de la vida y a la que le gusta escribir. Hoy inicio este Blog para que queden plasmados mis pensamientos, opiniones o comentarios y algún día, quizás mis hijos lo lean y me conozcan un poquito mejor. Simplemente contaré momentos de mi vida cotidiana o compartiré alguna opinión que me parezca interesante. ¡Bienvenidos!

martes, 22 de marzo de 2011

Azul, como el mar azul



Estaba leyendo en el suplemento ES de la Vanguardia un artículo en el que explicaba la historia del color azul. Son cosas en las que no nos detenemos a pensar y son realmente curiosas. Pensamos que los colores han estado presentes en los objetos cotidianos  toda la vida, pero no es así. 

Cuenta el artículo que el color azul no figuraba en las pinturas rupestres; ni siquiera los romanos utilizaban este color. Fue más adelante cuando el azul  se consagró, concretamente en los siglos XVII y XVIII, con el descubrimiento del índigo como colorante natural. Hoy en día es el color preferido por un 45% de los europeos, por delante del verde.  Es el color de la pureza, de los sueños, de la melancolía… El azul inspira confianza y es un color limpio aunque quizás un poco frío. Es el color del cielo, del reflejo del mar, es el color de la vida.

El azul siempre ha sido mi color favorito desde pequeña, a pesar de la absurda teoría de que el  azul es para los niños y el rosa para las niñas y a pesar  de lo que indican ciertos horóscopos en los que aseguran el color “dorado” debería ser mi color favorito.

Otros datos curiosos que señalaba el artículo, es que prácticamente no hay ninguna comida de color azul en nuestros platos habituales (a menos que lleve un colorante artificial, pero es muy raro) o por ejemplo que dicho color no está en el arcoíris y que tiene unas 110 gamas distintas.

En definitiva, invito a los lectores a preguntarse el porqué de las cosas y a disfrutar  de los días soleados con un azul tan intenso que nos llena de gloria.

sábado, 19 de marzo de 2011

Me caso, no me caso...


Ahora que llega la primavera y se acerca la época de los enlaces matrimoniales, me pongo a pensar si realmente ilusiona que te inviten a una boda o más bien resulta un engorro. Para mi personalmente, a menos que sea de un ser muy querido, creo que me decanto más por la última opción. 

Cuando te llega una invitación de boda, hay que ponerse a temblar, por los gastos que acarrea y los preparativos previos a la misma. Generalmente en España se suele hacer un regalo equivalente a lo que costaría el cubierto de cada asistente y éste suele ser un ingreso en una cuenta bancaria o un sobre en efectivo que se le entrega a los novios personalmente. A veces he oído historias de los famosos sobres vacíos o con periódicos, en lugar de dinero, ya que no sería de buena educación por parte de los novios abrir el sobre en el momento para ver su contenido y muchos aprovechan para hacer esta pequeña broma y a la vez escaquearse de gastar un dineral. En una ocasión asistí a una boda en Croacia, en la que iba un señor con un micrófono por las mesas, recogiendo dichos sobres y anunciando la cantidad que daba cada uno, mofándose en el caso de que fuera poco dinero, cosa que no me pareció muy normal.
A mi personalmente me gusta regalar un regalo, como se hacía antes, quizás porque lo veo más personalizado que un sobrecito con dinero.

Aparte del regalo, hay que pensar en el traje de ese día, zapatos y bolso a juego, complementos, peinado en la peluquería, etc. Si la boda es en otra ciudad, también hay gastos de traslado y estancia en el lugar de la misma. En fin, una ruina; aunque tengo que reconocer que yo prefiero las bodas en países extranjeros, porque ya que hago el gasto, por lo menos de paso hago turismo y conozco algún otro lugar.

En cuanto a los novios y los preparativos de su enlace, los hay de todo tipo; los que están año y medio planificando la boda, que piensan en el más mínimo detalle, invitan a 200 personas, alquilan todo tipo de servicios por los que le sale la bromita por ojo de la cara y a los 2 meses ya se están separando. Los hay quienes tiran de los padres y suegros, ahorrándose así gastarse un dineral y luego beneficiándose íntegramente de los regalos y el dinero obtenido. Para éstos es un gran negocio. 

Hay otros, como es mi caso, que en 20 días planificamos todo y ni siquiera dije en el restaurante que reservé que era para una boda. Esto también tiene sus inconvenientes de última hora (por ejemplo en mi caso pusimos una cadena de música que justamente ese día falló y se escuchaba distorsionada) y al final el resultado fue una boda sencilla, pero con todos los ingredientes para disfrutarla junto a nuestros familiares y amigos más allegados.

Recuerdo que justamente antes de mi boda asistí a una feria dedicada íntegramente a las bodas y sus preparativos. Había todo tipo de posibilidades; desde la llegada de los novios en un helicóptero a un jardín inmenso donde se celebraría el enlace, hasta irse con el fotógrafo a una isla exótica a hacerse las fotos de los novios. Está claro que según las posibilidades de cada bolsillo, se harán más o menos extravagancias en ese día tan especial, pero creo que lo más importante de ese día es saber que estás dando un paso muy importante al declararle a la persona que quieres, tu intención compartir el resto de tu vida a su lado y para eso no hace falta tanta parafernalia. ¡Que vivan los novios!

miércoles, 16 de marzo de 2011

Lisboa



Hemos visitado la ciudad de Lisboa en plan familiar, con 2 niños pequeños (de 2 y 4 años) y la experiencia ha sido agotadora pero interesante. En este viaje hemos sacado dos conclusiones importantes: la primera, que no se debe viajar con niños tan pequeños si se quiere disfrutar y conocer una ciudad a fondo y la segunda: que hay que salir con bastante tiempo al aeropuerto, para evitar imprevistos de última hora (casi perdemos el avión).

Respecto a Lisboa, comentaré que no es una ciudad que atrape a primera vista, pero tiene rincones interesantes.  Está la Lisboa moderna donde se celebró  la Expo 98, con espacios abiertos, edificios modernos, el Pabellón Atlántico, donde se celebran conciertos y espectáculos, además de otras atracciones como el teleférico, desde donde podemos contemplar una vista estupenda del Puente Vasco de Gama, según los portugueses que son muy presumidos,  es el más grande de Europa con sus 17,2 Kms.

Por otro lado, está la Lisboa antigua, la parte vieja, donde nos encontramos las auténticas calles del centro histórico de la ciudad.  La Baixa es la zona más visitada y el corazón de la ciudad, por donde transitan los pintorescos tranvías y a la vez nos deleitamos con el sonido de los fados al pasear por sus calles. En el Barrio de Alfama encontramos la Catedral de Lisboa, una de las más antiguas de la ciudad, construida en el año 1147 y el Castillo de San Jorge, de visita obligada, pues desde allí se puede disfrutar de una de las vistas más bellas de la ciudad. Ambos tuvieron que ser reconstruidos después del terremoto que asoló la ciudad en 1755.

Otra zona interesante es la zona de Belem, donde encontramos el Monasterio de los Jerónimos y la famosa Torre de Belém, desde donde se puede apreciar el Puente 25 de Abril o el monumento a los Conquistadores y está rodeado de jardines y praderas. No hay que irse de allí sin probar uno (o más) de los deliciosos y tradicionales pasteles patentados por la pastelería de Belém desde 1837.

Nosotros estuvimos en Portugal dentro de un ambiente cubano, pero pudimos apreciar la amabilidad y cortesía de sus habitantes así como la tranquilidad con la que viven la vida. El portugués es difícil de entender, aunque con las palabras clave, como "obrigado"  (cuesta acostumbrarse a decirla) o "não falo Português", se puede ir tirando.